viernes, 9 de julio de 2010

Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566)

Nació en Sevilla el año 1484. Estudio en Salamanca y recién graduado de abogado, vino a América junto con su padre, llegando el 15 de abril de 1502 a La Española. Venía, como la mayoría, motivado por el espíritu aventurero y el ansia de riqueza. Durante 8 años tomó parte en la guerra contra los indios y los empleó para explotar la tierra. Fue encomendero, pues.

Después de un corto regreso a Europa, como tenía ya los estudios necesarios, se le concedió ser ordenado sacerdote (diocesano), el primero en el Nuevo Mundo (1507). En 1510 llegan los primeros dominicos, liderados por fr. Pedro de Córdoba. Bartolomé hizo algún tiempo de intérprete para su predicación a los indios. Fr. Antonio de Montesinos predica el famoso sermón del 1er. domingo de Adviento, en el que pregunta: "Y éstos no son personas...?", lo cual le impacta tremendamente, aunque no estaba de acuerdo con su doctrina.

Pasó a Cuba como capellán del ejército y recibió nuevos indios y tierras, a los que trató siempre con bondad, pero vio que los demás no eran así, sino que los hombres perecían en las minas, las mujeres eran abusadas, ancianos y niños morían de hambre y familias enteras se suicidaban para escapar a la brutal explotación.

En Pentecostés de 1514 renunció públicamente a sus encomiendas y empezó a predicar contra todo aquel sistema.

Fue con Montesinos a Sevilla en 1516; ambos iban a "amonestar al rey" de que la conquista y la esclavitud estaban acabando con los naturales, por lo que solicitaban reformas profundas. Muerto el rey Fernando, presenta sus memoriales "Abusos"y "Remedios" al Cardenal Cisneros, pidiendo que los indígenas vivan en pueblos con tierras comunes, organizados por un administrador, pagando tributos a la corona. Fue nombrado "Protector de los indios".

En 1517 presenta al nuevo rey Carlos I un proyecto para repoblar el continente con labradores en lugar de soldados. Salió con muchos campesinos hacia Venezuela, pero casi todos le abandonaron para dedicarse a la lucrativa trata de esclavos. Unos indios se levantaron y mataron a algunos frailes y oficiales. Tuvo que renunciar a su plan de colonización pacífica. Su proyecto de "comunidades", años después se transformó en el "corregimiento" o pueblo libre bajo la corona.

Frustrado en sus planes, en 1522 ingresó a la Orden Dominicana en Santo Domingo, capital de La Española. Por seis años estudió ampliamente -en Vega Real- teología, patrística y sagrada escritura, y luego fue nombrado prior en Puerto Plata. Desde allí escribe cartas apasionadas al Consejo de Indias, denunciando la trata mortífera a los naturales. Esto da lugar a una ley en 1530 prohibiendo la esclavitud de los indios. Sus sermones pidiendo buen trato e incluso la libertad de los indios, fueron considerados 'escandalosos' por muchos españoles, así como sus consejos en el confesionario, y se quejaron a las autoridades, por lo cual la Audiencia le prohibió predicar por dos años. Entonces fue juntando material para su vasta "Historia general de las Indias".

Junto con otro fraile fue a visitar en su campamento a Enriquillo, un indio guerrillero, y le convencieron de que abandonase su posición. Así demostró que con amor se podía atraer a cualquiera a la fe cristiana. A raíz de esta experiencia compuso su primer gran tratado: "El único modo de atraer a todas las gentes a la verdadera fe". En él expone que los naturales eran seres racionales y muy capaces. Y que la conquista a fuego y espada era un método equivocado. La conversión debía ser fruto de la prédica y del buen ejemplo, con respeto a los derechos de los nativos, sobre todo su libertad y su propiedad.

En 1531 escribe un largo "Memorial para el Consejo de Indias" y se fue secretamente a España, regresando con una ley favorable a los nativos; luego salió a presentarla en México y después en Perú. Las Casas pide luego que le dejen repetir la experiencia pacificadora en Tezulutlán (tierra de guerra), Guatemala, y con los padres Cáncer y Angulo se internó en la zona, obteniendo su conversión en apenas dos años, en base a exponer en su lengua las verdades de la fe con versos, música y canto; no se derramó ni una gota de sangre. Aquella zona es llamada desde entonces Verapaz.

A fines de 1539 vuelve a España para buscar más misioneros y sigue cabildeando a favor de los indígenas. De modo que en 1542 una Junta Magna en Valladolid publica las famosas Leyes Nuevas de Indias, inspiradas en su pensamiento, que no gustaron a las autoridades del Nuevo Mundo, que hicieron todo lo posible por no cumplirlas y desacreditar a su inspirador. Por este tiempo acabó de escribir su "Brevísima relación de la destrucción de las Indias". Como en todas sus obras, demuestra una gran erudición: manejo de autoridades clásicas, así como un conocimiento detallado -por lo que él vio o por lo que le contaron de primera mano-, que respalda sus afirmaciones (a pesar de lo cual fue tachado de exagerado, porque las cifras y datos son verdaderamente escalofriantes).

Su pensamiento de avanzada llega a afirmar que es preferible que los indígenas anden desnudos y adoren a sus dioses, e incluso tengan sus sacrificios humanos de buena fe, antes que hacerles la guerra cruelmente y despojarles de sus tierras, de sus valores y de su dignidad, lo cual demuestra un pensamiento más atrasado, sustentado en la fuerza bruta. Admira las grandes ciudades, el orden político y social de las sociedades americanas, el carácter agradable y pacífico de las gentes, frente a la brutalidad, el egoísmo y la mentira de los conquistadores. Por eso algunos en España le acusaron de antipatriota, en lugar de percatarse de dónde estaba la verdad.

Fue elegido para obispo de Cusco, en Perú, pero rehusó, diciendo que él sólo obraba por servir a Dios y a Su Majestad y no por buscar mercedes. Poco después fue obligado a que aceptase el nombramiento de obispo de Chiapas, siendo consagrado en 1544 en Sevilla. Llegó con 45 frailes dominicos y un equipo laico de 5 personas, el mayor contingente misionero jamás reunido hasta entonces. Quería hacer una diócesis modelo. Vivía pobremente, vestido con su hábito blanco, comiendo poco para no recargar sobre las gentes, etc. Y tuvo el consuelo de que ya otros frailes, como los franciscanos, aceptaban sus ideas liberadoras. Pero las personas 'importantes' le hacían la vida imposible, cegados por la ambición y la prepotencia, amenazando incluso con matarle, por lo cual renunció en 1547 (residió en Chiapas poco más de seis meses) y regresó a España, para entrevistarse con el príncipe Felipe. En ese intervalo estuvo consagrando obispo, en Gracias a Dios (Honduras) a Mons. Antonio Valdivieso OP, obispo de León (Nicaragua). Estuvo en Granada y en El Realejo, Nicaragua, donde intentó armar una expedición evangelizadora al Perú, que parece no llegó a su fin.

En 1550 tuvo grandes discusiones con el teólogo esclavista Sepúlveda; en esas discusiones siempre contó con la ayuda de sus hermanos dominicos, como Melchor Cano, etc. Siempre estaba escribiendo, retirado en algún convento, escribiendo cartas a numerosos personajes o presentando ponencias en alguna Junta real. Y era frecuentemente consultado en la Corte sobre cuestiones de América.

Murió santamente en 1566, en el convento de Atocha (Madrid), a los 82 años.

Discutido y calumniado por algunos, la posteridad le ha hecho justicia, viendo en él a un insigne evangelizador de los pobres (los indígenas) y a un incansable luchador por la justicia. En sus últimos tiempos lamentó amargamente el que durante un tiempo había aceptado la esclavitud de los negros, para reemplazar a los indígenas en los trabajos pesados, aunque luego se arrepintió y pensó siempre lo contrario: que la dignidad es igual para todos los seres humanos. Creyó, como siempre, que había fracasado, pero, como siempre también, su efecto fue positivamente incalculable. Es un ejemplo para todos, pues contó con armas poderosas: un vasto conocimiento de América, dominio del derecho y la teología, elocuencia abrumadora, pluma fácil y una fuerza de voluntad incansable. Durante su larga vida "fue sucesivamente sacerdote, fraile, obispo, obispo jubilado y estadista en la Corte. Defendió la causa de los indios ante cuatro soberanos españoles; influyó en las decisiones de tres papas; fue ayudado por oficiales, juristas, caciques nativos. Escribió miles de páginas, compareció ante incontables comisiones, redactó leyes protectoras, cruzó el Atlántico al menos diez veces. En total, Bartolomé de las Casas consumió 'cincuenta años mortales' dirigiendo quizás el mayor esfuerzo para los derechos civiles y la justicia racial en la historia de la humanidad" 


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