martes, 28 de septiembre de 2010

Escudos de México

Escudo de 1867
Después de la conquista y durante la época de la Colonia, se siguió representando al águila, por ejemplo en impresiones o láminas, por ejemplo en la Gaceta de México (números 62-116 y 122-128); también en el ex libris del Convento Grande de San Francisco y en la carátula de la obra literaria Compendiosa Narración de México, del autor Juan de Viera, así como en numerosos grabados de José de Nava (1755), Emmanuel Villavivencio (1770 y 1782), José María Montes de Oca (1802), todos ellos grabadores de los siglos XVII y XVIII.

En cuanto a frontispicios de edificios coloniales, en la medalla de la academia de San Carlos, es donde también por primera vez aparecen en la figura las ramas de encino y laurel, Se cree que data del año 1784. También se encuentran las águilas en la fachada del antiguo edificio de la Aduana, y por último en los remates de las dos portadas de la iglesia de Jesús María, ambas del siglo XVIII.


Escudo de 1863, por Maximiliano


Al estallar el movimiento de Independencia de México, los insurgentes utilizaron un escudo en el cual se aprecia un águila abierta de alas, mirando hacia la derecha, la cual esta posada con las dos patas sobre un nopal y con la serpiente en el pico. El águila esta rodeada por banderas, cañones, fusiles, tambores, balas, flechas y espadas, en la parte superior lleva ramas de laurel y encima y una cinta o listón con la inscripción “Independencia Mexicana, Año de 1810”. Se encontró en un sello que perteneció al conde de Casa Flores y que utilizaron los insurgentes, al principio de la lucha por su libertad.




Entre otros escudos que son de la época de la Independencia encontramos el Águila de la Suprema Junta Nacional Americana (1811 – 1813) en dos versiones. Al triunfo de la Independencia, al subir Iturbide como emperador, se encuentra el escudo del Primer Imperio (1821). Se trata de un águila de alas abiertas y bajas con la vista hacia la izquierda. Se encuentra coronada y su pata izquierda se apoya en el nopal que esta sobre una roca que emerge de las aguas. Se utilizó en la correspondencia oficial de la Junta Provisional Gubernativa que formaban el propio Iturbide, Juan O’Donojú, Manuel de la Bárcena, Isidro Yánez y Manuel Velásquez.

Escudo de 1823


En 1823, al establecerse el tipo de gobierno de República en México, debido al triunfo de Antonio López de Santa Anna y el Acta de Casa Mata (1º de febrero), el Congreso Constituyente decretó que le Escudo de Armas de la Republica Mexicana fuera: “Que el escudo sea el águila mexicana parada en el pie izquierdo, sobre un nopal que nazca de una peña entre las aguas de la laguna, y agarrando con el derecho una culebra en actitud de despedazarla con el pico; y que orlen este blasón (sic) dos ramas, la una de laurel y la otra de encina conforme al diseño que usó el primer Gobierno de los defensores de la Independencia”. “Que en cuanto al pabellón nacional, se esté adoptando hasta aquí, con la única diferencia de colocar el águila sin corona lo mismo que deberá hacerse con el escudo (14 de abril de 1823)


Escudo de 1887, por Porfirio Díaz
En las monedas de ese mismo año ya aparece el águila de perfil diestra con el cuello extendido, las alas extendidas y levantadas y con la cola baja y junta. Apareció por primera vez en el llamado “Peso de victoria”, emitido en los años 1823 y 1824 y que fuera grabada por José María Guerrero. Se utilizó en el papel sellado en el oficial y en láminas y publicaciones. 
Así se inició una serie de variantes de escudo nacional a través de los años, que podemos encontrar en muchos edificios de la capital, como por ejemplo en el Recinto de Homenaje a don Benito Juárez (Palacio Nacional); en el antiguo edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores; en una de las portadas del Colegio de las Vizcaínas; una de las cuatro águilas de Bronce que adornan la tumba del general Ignacio Zaragoza, en el cementerio de San Fernando; en el edificio de la Academia de San carlos, el águila que remata la portada del inmueble.
El escudo está posicionado en el centro de la franja blanca y está inspirado en la leyenda Azteca sobre la Fundación de México-Tenochtitlan. La leyenda narra que los Aztecas vivían tranquilos en Aztlán, cuando su Dios principal llamado "Huitzilopochtli" habló con los sacerdotes y les dijo que tenían que abandonar Aztlán para buscar una tierra nueva donde tendrían riquezas, poder y donde nacería un nuevo pueblo; y que cuando encontraran un águila posando en un nopal devorando una serpiente habían llegado a la tierra prometida; después de aproximadamente 302 años encontraron la señal y ahí fundaron Tenochtitlan y así, este acontecimiento es considerado como la fundación de México, y por su importancia se adoptó como símbolo del Escudo Nacional. El actual diseño del escudo fue creado por Francisco Eppens Helguera y aprobado por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Escudos de México. La Leyenda Azteca

La verdadera historia del águila y la serpiente se remonta a muchos años en el pasado, es el símbolo nacional mexicano.El águila sobre el nopal y con la serpiente en el pico es conocido por todos los mexicanos como el escudo de su país. Pero lo que no todos saben es que data de la época prehispánica, ya que lo encontramos primero en la leyenda de la fundación de la Gran Tenochtitlan y en varios testimonios arqueológicos de aquellos tiempos.

Así por ejemplo, aparece en Tula, Hidalgo, en el templo de Tlahuizcalpantecuhtli (Equivalente a Venus de la Mitología Romana), pero el más representativo de las numerosas águilas aztecas, es el que se ha denominado Piedra del Escudo Nacional, Teocalli de la Guerra Sagrada, que está tallado con gran cuidado y maestría. Es una representación de un templo azteca con alfardas, escalinatas y el disco solar con dos dioses en el frente. En su parte posterior está esculpida el águila que marca la leyenda de Tenochtitlan. Según los arqueólogos data de cerca de 1507 o 1508 y aparece en el Códice Mendocino.

Escudos de México. Toponimia

Está conformado por un águila real devorando a una serpiente sobre un nopal en el centro de un lago. Representa la señal que los Aztecas, procedentes de Aztlán buscaban en su migración hacia el sur para fundar una nueva ciudad. Existen varias interpretaciones sobre el significado místico de esta representación del pueblo azteca que dominó el centro del territorio del país hasta la conquista por parte de los españoles. Dos ramas con frutos, de encino a izquierda y laurel a derecha, enlazadas con un listón tricolor, verde, blanco y rojo, que rodean al escudo, representan el Martirio y la Victoria de quienes han dado su vida por la patria mexicana.

AGUSTÍN DE ITURBIDE. Juicios de la Historia

¿Cuál fue la primera reacción del pueblo, de la Nación, de sus mismos enemigos? El hecho, el parricidio, el crimen, permitido por Dios, estaba consumado...

Comenzando por los sencillos y sorprendidos vecinos de Padilla, se mostraron consternados y perplejos por no comprender las las razones que movieron al Congreso a condenar tan rápidamente y sin apelación ninguna al hombre por el cual ellos y toda la Nación eran libres.

Almas piadosas sobre todo de mujeres, se ofrecieron a lavar las heridas del cadáver, lo amortajaron con el hábito de San Francisco y con buena asistencia del pueblo lo velaron toda la noche. Al día siguiente, 290 de Julio, se le dio cristiana sepultura. Los restos gloriosos del ex-Emperador permanecieron allí hasta 1838.

En cuanto a la reacción en los pueblos y ciudades de la Nación fue de profundo dolor y sentimiento, pues no podían menos de llorar la trágica e injusta muerte del que les había conquistado la libertad, sobre todo cuando fueron sabiendo la verdad sobre el decreto y los adjuntos del parricidio. En la capital fue mayor el asombro y más profundo el dolor, pues no podían concebir que hubiera muerto tan injusta y trágicamente el hombre que hacía poco más de un año ceñía todavía la Corona de un Imperio que él había liberado, y lo que más los llenaba de pena y de vergüenza era que mexicanos que se proclamaban representantes del pueblo eran los causantes, los autores de semejante crimen. 

Por eso en el mismo Congreso -escribe Zamacois- "el dolor se retrató en el semblante de todos los diputados, y no hubo uno de ellos que no lamentase la desgracia de un hombre a quien la Patria le era deudora del bien supremo de la Independencia"

Carlos María Bustamante, de cuyos labios había salido la propuesta del infame decreto de muerte, se disculpaba diciendo que era "solo para atemorizar"... Es indudable que de todos, o de la mayor parte, se apoderó un lacerante remordimiento por sentirse culpables de la "MANCHA MAYOR DE NUESTRA HISTORIA".


martes, 14 de septiembre de 2010

El imperio de Huitzilopochtli. Segunda Parte HISTORIA RELIGIÓN MÉXICO

Esa era la escena, tan sangrienta y repugnante que, al decir de Schlarman, si la Reina Isabel la hubiese contemplado "se hubiese desmayado de espanto".

"Pero Dios N.S., en el tiempo fijado por su misericordia iba a poner fin a tantas atrocidades, con un golpe maestro de su diestra y que había de repercutir en todos los tiempos, como testimonio de amor preferente para con todos los reinos del Anáhuac"

En el plan armónico de la historia todos los hechos tienen un oculto sentido que después resplandece. Fue necesario el hundimiento de Grecia y el surgir magnífico del pueblo romano; fue preciso el poderío avasallador de su imperio dando unidad al mundo y articulando sus partes dislocadas en un solo organismo jurídico, para que el acontecimiento central de la historia humana, el advenimiento de Cristo, se produjera en el mundo en condiciones de centelleante propagación. Los acontecimientos más sublimes generados por la voluntad de Dios, enlazan maravillosamente lo divino y lo humano, el orden natural y la realidad sobrenatural.

"En America ocurría lo mismo. Están dispuestos ya los elementos humanos. Un pueblo de Anáhuac que ignora su destino. Una raza cristiana que rebasa los mares. Un capitán denodado con la espada en la diestra y la Cruz en el pecho. El mundo expectante..., presiente algo grandioso... El drama empieza..., y la Madre de Dios, la Virgen María, sabe que el momento solemne se acerca de ganar para sí el corazón entero de un pueblo que es el objeto mismo del drama". 

 Fue así como, por especial designio de Dios Todopoderoso, llegó para estos sufridos pueblos del México Precortesiano el ansiado día de su liberación.

Desde tierras de Oriente, tal y como siglos antes lo profetizara el bondadoso Quetzalcóatl, llegaron hombres blancos y barbados dispuestos a implantar toda una era de paz, progreso, dulzura y amor.

Era voluntad de Dios que el mal fuese vencido, que el demonio fuese desterrado y que la dulce doctrina de Nuestro Señor Jesucristo arraigase en los corazones del noble pueblo mexicano.

Una de las escenas más impresionantes y significativas de la Conquista de México se desarrolla cuando Cortés -armado con una barreta de hierro- subió al Gran Teocalli, golpeó con ella entre los ojos al feroz Huitzilopochtli y, en pocos minutos, el ídolo demoníaco rodaba por el suelo hecho pedazos.

El Bien - representado por la Fe de Cristo- cuyo brazo armado en esos momentos era Hernán Cortés contra el Mal -personificado por el brutal Huitzilopochtli-, el cual en esos momentos se arrastraba destrozado por las gradas del Cu, al igual que Luzbel cuando cayó vencido a los pies del Arcángel San Miguel.

Y Cortés -de rodillas- con lágrimas de alegría en los ojos  y con un Crucifijo en mano exclamó en voz alta:

"Infinitas alabanzas te sean dadas Dios verdadero, el los siglos de los siglos, porque has permitido que al cabo de tantos años que el demonio con la abominación de sus errores, tiranizaba estas incógnitas naciones, asentado en este trono, le haya por nuestras indignas y débiles fuerzas desterrado a los abismos donde mora"

A partir de ese momento se cerró un doloroso capítulo de la historia de nuestra patria y empezó a forjarse la verdadera nación mexicana.
Que bien encuadran aquí aquellas sonoras frases del ilustre historiador don Alfonso de Trueba:

"No nos cabe duda de que el demonio, el real, el auténtico demonio, había tomado posesión de los mexicanos, los había embrutecido y puesto a su servicio.
¡Glorioso el día en que apareció la Cruz y puso en fuga a la legión satánica!
Entonces el indio mexicano, este indio apacible y manso, fue rescatado de las garras del Malígno y pudo al fin tener un día de paz"

domingo, 12 de septiembre de 2010

Hidalgo es excomulgado por rebelde, hereje y por haber iniciado la lucha de independencia

24 de Septiembre de 1810

Abad y Queipo, obispo electo de Michoacán, excomulga a Hidalgo por rebelde, hereje y por haber iniciado la lucha de independencia.

“Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él”.

Meses más tarde, Hidalgo, ya en prisión, será degradado del sacerdocio –para poder ser enjuiciado como reo común y poder aplicarle la pena capital- el 29 de julio de 1811 en una de las salas del Hospital Real de Chihuahua. Además de la pena en sí misma, era una gran injuria a sus sentimientos religiosos -por demás humillante-, y le será raspada la piel de la cabeza, le arrancarán la yema de los pulgares e índices de las manos que habían sido consagradas el día de la ordenación. Hecho esto, será entregado a las autoridades civiles y militares del gobierno español para que sea fusilado sin alguna prerrogativa o beneficio eclesiásticos, que amparan a cualquier reo.



 MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

El imperio de Huitzilopochtli. Primera Parte . HISTORIA RELIGIÓN MÉXICO

A fines del Siglo XV el Océano Atlántico se llamaba Mar Tenebroso, considerado como algo misterioso e impenetrable.
Tras el horizonte en el que se veía morir el sol día a día, se ocultaban profundos misterios para los europeos de la Edad Media. Misterios que atraían, e interesaban y provocaban a los buscadores de aventuras. Pero un denso velo ocultaba celosamente a un mundo nuevo y fantástico.
Eran aquellos los años en que el navegante Cristóbal Colón recorría los caminos de Europa tratando de convencer a los monarcas de que era posible llegar hasta el Lejano Oriente navegando hacia Occidente. Eran los años en que los Reyes Católicos, Don Fernando y Doña Isabel, estrechaban el cerco del Reino Moro de Granada para poner fin a la Reconquista.
Muy lejos de España-a miles de kilómetros y meses de navegación-en una ciudad rodeada por lagos y que por fondo tenía dos majestuosos volcanes, ocurría algo impresionante.En el fatídico año de 1487, en Tenochtitlán, el rey Ahuízotl se disponía a inaugurar un bárbaro templo gigantesco en honor a Huitzilopochtli, el siniestro dios de la guerra. En su construcción habían trabajado durante cuatro años millares de indios esclavos. Y también durante esos cuatro años guerreó Ahuízotl contra muchos pueblos vecinos con un definido propósito: Capturar prisioneros para sacrificarlos en el estreno del colosal matadero.

Y llegó el gran día.

Los sacrificios humanos en honor a Huitzilopochtli
tenían todas las características de un culto satánico.
El alto y descubierto templo se le dedicó al sanguinario ídolo: los prisioneros capturados -cuyo número excedía los 68,000- fueron ordenados en cuatro filas que llegaban al pie de las gradas del alto cu, viniendo de los cuatro distinto puntos cardinales. Al final de cada fila había un sacrificadero.Fueron subiendo las víctimas hacia los mataderos. Allí cuatro ministros sujetaban al prisionero por sus brazos y los pies, otro le aseguraba la cabeza, un topiltzin o sacerdote descargaba sobre el pecho un golpe con el cuchillo de pedernal, le sacaba el corazón, lo ofrecía al sol, y -aún palpitante- lo arrojaba a los pies del implacable Huitzilopochtli o lo colocaba en sus abiertas fauces.
A continuación se arrojaba el cadáver escaleras abajo para que se lo disputaran bravamente muchas gentes del pueblo Azteca hasta lograr cortar algún pedazo y comérselo en el acto, aunque fuese crudo. La sangre corrió a raudales desde lo alto del artificial montículo. Los sacerdotes recogían alguna con jícaras, para untar con ella las paredes, los ídolos y sus propios rostros y cabellos. El hedor que se extendió por toda la ciudad era insoportable.
Cuatro días duró esa terrible carnicería, desde que el sol salía hasta que se metía y, según doctos historiadores murieron en tan horrenda ceremonia 80,000 hombres.
"Éste fue el acto más culminante de barbarie no sólo en la historia mexicana, sino en la Historia Universal"
Y ese fue solo el comienzo, ya que una vez inaugurado el gran matadero, no había mes en que -con un pretexto o con otro- no se repitieran tan dantescas escenas. Se calcula que unas 20,000 personas perdía la vida anualmente para medio satisfacer el cruelísimo dios de la guerra.
El atribulado pueblo Azteca gemía día y noche bajo tan infernal tiranía y no hallaba manera de liberarse de su tétrico destino. Ese era el siniestro misterio que el Océano Atlántico ocultaba celosamente a los ojos de la cristiandad europea de fines del medioevo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Un Héroe no reconocido

Este mes de septiembre de 2010 se cumplen 189 años del nacimiento de la Nación Mexicana, nació con la conciliación de todas las fuerzas que existían en la Nueva España; que la Revolución internacional anticristiana iniciada en 1810 había destruido en once años de guerra fraticida. Revolución ideada y sostenida desde el extranjero por las logias angloamericanas y francesas unidas, para destrozar las posesiones americanas del Imperio Español. 

El 27 de septiembre de 1821, por medio del Plan de las Tres Garantías y el Tratado de Córdoba: bajo el lema: INDEPENDENCIA (de cualquiera otra nación), RELIGIÓN (católica, apostólica y romana) Y UNIÓN (de todas las clases sociales); para todos los habitantes que poblaban el extensísimo territorio que entregó la Antigua España al naciente IMPERIO MEXICANO CATÓLICO.

En esa fecha se acababa la guerra revolucionaria y se instauraba un nuevo orden que de haber fructificado hubiera hecho de la nueva nación, la primera potencia del continente americano.

México nació como Monarquía Católica cuyo ideal era el reinado de Cristo sobre la tierra. Así la concibió el hombre que supo unir a los contrarios en un naciente nacionalismo mexicano apoyado en nuestra civilización hispánica.

El 18 de mayo de 1822, el ejército con el pueblo de la ciudad de México, pidió el trono para AGUSTÍN I, mismo que le reconoció la Junta Provisional Gubernativa el 21de julio de ese año. Agustín y su esposa Ana María fueron coronados en la Catedral estando presentes varios Obispos.

Pero las logias masónicas internacionales tenían otro plan. Se estorbó su gobierno y fue traicionado por todos aquellos que hacía poco lo habían vitoreado. Ese naciente Imperio Católico perdió, a los diez meses de instaurado, la oportunidad de desarrollarse en una potencia como sucesora del Imperio Católico Español.

Las fuerzas enemigas del pueblo mexicano, tanto extranjeras como nativas, asesinaron a esta criatura desde su cuna por el delito de querer gobernarse de acuerdo a la religión y cultura de sus propios habitantes.

El 19 de julio de 1824 después de haber desembarcado en la costa de Tamaulipas procedente de Europa, Iturbide, fue reconocido, puesto preso y acribillado a balazos sin juicio alguno. Por el único delito de querer gobernar a México siguiendo la Doctrina de Cristo Rey.

Actualmente sus restos están en la Capilla de San Felipe de Jesús de la Catedral Metropolitana en la ciudad de México.

No olvidemos al verdadero PADRE DE LA PATRIA MEXICANA, honremos al HÉROE que derramó su sangre gritando ¡Viva Cristo!


DON AGUSTÍN DE ITURBIDE Y ARÁMBURU.




Colaboración de:
Luis G. Pérez de León R.