lunes, 6 de septiembre de 2010

Un Héroe no reconocido

Este mes de septiembre de 2010 se cumplen 189 años del nacimiento de la Nación Mexicana, nació con la conciliación de todas las fuerzas que existían en la Nueva España; que la Revolución internacional anticristiana iniciada en 1810 había destruido en once años de guerra fraticida. Revolución ideada y sostenida desde el extranjero por las logias angloamericanas y francesas unidas, para destrozar las posesiones americanas del Imperio Español. 

El 27 de septiembre de 1821, por medio del Plan de las Tres Garantías y el Tratado de Córdoba: bajo el lema: INDEPENDENCIA (de cualquiera otra nación), RELIGIÓN (católica, apostólica y romana) Y UNIÓN (de todas las clases sociales); para todos los habitantes que poblaban el extensísimo territorio que entregó la Antigua España al naciente IMPERIO MEXICANO CATÓLICO.

En esa fecha se acababa la guerra revolucionaria y se instauraba un nuevo orden que de haber fructificado hubiera hecho de la nueva nación, la primera potencia del continente americano.

México nació como Monarquía Católica cuyo ideal era el reinado de Cristo sobre la tierra. Así la concibió el hombre que supo unir a los contrarios en un naciente nacionalismo mexicano apoyado en nuestra civilización hispánica.

El 18 de mayo de 1822, el ejército con el pueblo de la ciudad de México, pidió el trono para AGUSTÍN I, mismo que le reconoció la Junta Provisional Gubernativa el 21de julio de ese año. Agustín y su esposa Ana María fueron coronados en la Catedral estando presentes varios Obispos.

Pero las logias masónicas internacionales tenían otro plan. Se estorbó su gobierno y fue traicionado por todos aquellos que hacía poco lo habían vitoreado. Ese naciente Imperio Católico perdió, a los diez meses de instaurado, la oportunidad de desarrollarse en una potencia como sucesora del Imperio Católico Español.

Las fuerzas enemigas del pueblo mexicano, tanto extranjeras como nativas, asesinaron a esta criatura desde su cuna por el delito de querer gobernarse de acuerdo a la religión y cultura de sus propios habitantes.

El 19 de julio de 1824 después de haber desembarcado en la costa de Tamaulipas procedente de Europa, Iturbide, fue reconocido, puesto preso y acribillado a balazos sin juicio alguno. Por el único delito de querer gobernar a México siguiendo la Doctrina de Cristo Rey.

Actualmente sus restos están en la Capilla de San Felipe de Jesús de la Catedral Metropolitana en la ciudad de México.

No olvidemos al verdadero PADRE DE LA PATRIA MEXICANA, honremos al HÉROE que derramó su sangre gritando ¡Viva Cristo!


DON AGUSTÍN DE ITURBIDE Y ARÁMBURU.




Colaboración de:
Luis G. Pérez de León R.

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