Para hacerlo, preparó dos discursos para las sesiones del 23 y 29 de septiembre de 1913, que fueron vetados por el Presidente de la Cámara de Senadores debido a su fuerte contenido político. Domínguez, sin embargo, no cejo en su empeño, por lo que los mandó a imprimir y los distribuyó públicamente, acto que trajo como consecuencia una inmediata efervescencia social, pues responsabilizaba al propio presidente Huerta de la muerte de Francisco Madero y José María Pino Suárez.
Una orden de aprehensión fue libreada en contra de Domínguez por considerarlo enemigo del Gobierno. Poco después, el 7 de octubre, fue capturado en una habitación del hotel Jardín y conducido al cementerio municipal de Coyoacán, donde fue asesinado. El doctor Aureliano Urrutia cortó la lengua de Domínguez, y la envió como trofeo a su compadre Victoriano Huerta.
Al mismo tiempo, los senadores restantes, indignados por el crimen, incrementaron su oposición a Huerta, quien decidió disolver el Congreso, encarcelando de manera arbitraria a noventa de sus miembros.
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